MUTABBAL, PELÍCULAS ERÓTICAS Y SIMON & GARFUNKEL
La verdad es que me acuerdo bastante bien de los tíos con los que me he acostado. Recuerdo si eran altos o calvos, morenos o bizcos o si estaban circuncidados; pero del cabrón que se ha ido hoy sin pagar del restaurante donde trabajo me he olvidado completamente. Cuando mi jefa me ha dicho, pero, ¿recuerdas cómo era? yo solo he podido decir, no sé, grande. El muy capullo era un experto. Primero ha entrado al restaurante para decirnos que se sentaba en la terraza y que si le podíamos atender. Me ha pedido un tinto de verano en un vaso grande con mucho, mucho, mucho hielo, una hamburguesa y una ración de mutabbal. Después nos ha preguntado que a qué hora cerraba la cocina, por si a su amiga le daba tiempo a aparcar el coche y comer con él. Como le he dicho que tenía tiempo de sobra, el hombretón le ha hecho una fotografía a la carta y me ha dicho ella quiere otra hamburguesa. Después ha desaparecido. Yo le he defendido durante los primeros cuarenta minutos; no, no, habrá ido a buscar